jueves, 30 de septiembre de 2010

puro cuento

Había una vez un cuento que empezaba como todos por un principio, en el que había una princesa aún en tiempos en los que no se sabía princesa y por eso no tenía castillo ni en vías de desarrollo. Esta princesa no necesitaba parecer princesa porque lo era, y como toda princesa que se precie de tal, aunque no es este el caso precisamente… había un príncipe para ella.
Este príncipe no solo se sabía príncipe sino que sabía también que era el príncipe de esta princesa, pero en un mundo tan vasto quiso asegurarse de que no había mejor princesa que la suya.
El príncipe ocupaba su tiempo andando por territorios lejanos buscando reinos desconocidos con princesas ignotas y no hubo una que haya tenido a la mano que se haya prohibido tocar.
Y mientras el príncipe que se sabía príncipe iba y venía de comprobación en comprobación, la princesa que no se sabía princesa sabía llorar y llorando había aprendido que no debía construir un castillo porque si lloraba dentro de él se podía ahogar, aunque algo hay que hacer con tanto llanto pensó en vano, porque el llanto ya se sabe que hace lo que quiere hacer y en este caso en particular quiso hacer un río.
Al principio porque este era el principio, la princesa solo miraba el río pasar y metía por ahí algún que otro pie; aunque una vez, no se sabe si queriendo o sin querer, se cayó al río y como su príncipe no era de estos de andar estando allí donde se los necesita ni cuenta se pudo dar y se abstuvo de andarla rescatando.
La princesa tuvo susto porque no nadaba y revolcada entre tanto llanto no tuvo más remedio que dejarse golpear, pero la corriente es la corriente y suele hacer lo que le parece sobre todo con las princesas que son lindas de arrastrar.
En algún momento del desarrollo del cuento conviene, como verán más adelante, dejar a un lado la idea de río y comenzar a llamarlo mar, más por salado que por otra cosa y ola va ola viene salió el sol y ya sabemos lo que pasa en el verano. La princesa salió del agua como recién bañada y un príncipe aprovechó. Le dio la mano más por verla parada que por otra cosa y como no se conocían se dijeron las cosas que hicieron falta y como no eran el uno para el otro hicieron cosas juntos que se sentían bien.
La princesa que ya no lloraba pensó en hacer un castillito, no con murallas pero si con resguardo porque si algo que tiene el verano es que pasa y con príncipes de espejismos recién saliditos del agua, más.
El castillo terminó siendo un primor porque ella lo hizo bien cómodo y lo más cómodo que tenía era que se podía salir y entrar tan fácil que ni siquiera se notaba si se andaba del lado de adentro o de afuera.
Y así fue como este príncipe que ni se sabe como vino no se sabe bien como se fue.
La princesa que no se sabía princesa se quedó lo más contenta y entretenida con su descendencia, porque si hay algo que tiene la descendencia es que entretiene.
Del príncipe suyo mejor no ocuparse porque está ocupado en seguir comprobando que no hay mejor princesa que su princesa y dado que en algún momento volvió y se dio cuenta que la había perdido tenía cada vez más trabajo por que ahora les contaba a las otras princesas donde estaba él cuando ella ya no estaba y a ellas que ni les importaba no lo quisieron ayudar. Cuestión que de tanto corroborar que no había princesa mejor se aburrió y las princesas también se aburrieron de que invente que tenía una princesa especial para él desde el principio de los cuentos.
Cuestión que por mucho que el príncipe miro el mar desde la playa no la vio por ningún lado, cuestión también que le llegó el verano y como tenía más que comprobado que la princesa suya era mejor que todas pero que la había perdido vaya a saber donde y ya que estaba en la playa aprovechó que por ahí pasaba una que como sabía que no era no tenía nada que comprobar y nomás se la quedó.
Mitad para que no le pase lo mismo mitad porque recordaba que no era, el príncipe construyó un castillo con murallas altísimas para que esta vez no se le escape.
Y como ya sabemos lo que pasa con las murallas altísimas quedaron lo más bien defendidos de todo lo que había del lado de afuera. Ojalá que nuestro poco previsor príncipe sepa bien como defenderse del lado de adentro, aunque no creemos.
Mientras tanto el príncipe distraído, andaba dándose cuenta de que además de convertirse en un príncipe defendido, se había convertido en un príncipe encerrado y quiso salir pero no pudo porque además también estaban defendidos de la defensa que es como estar en guerra por las dudas, así que se dedicó bien a propósito a aprender el arte de la guerra en un curso acelerado que le llevó más de 15 años.
Volviendo a la princesa que no se sabía princesa, una vez la marea bajó y le dejó un príncipe de esos que tienen barco, y como no encalló la pudo llevar a navegar, este príncipe era de los que saben amar hasta la muerte y para colmo tuvo la dignidad de cumplirle la palabra al pie de la letra y sin avisar,bah sin avisar no, avisando pero tan pronto que quien lo iba a creer. Casi perdemos a la princesa que casi se nos ahoga pero esta vez de verdad verdad, aunque de tanto y tanto llorar y llorar puso al mar en su sitio, que como es de público conocimiento va del lado de afuera del cuerpo. Y después de muchas muchas de cal y algunitas de arena por fin otra vez tuvo paisaje desde donde mirar.
Era otra vez verano, no es que no hubiera otoños inviernos ni primaveras, ni tampoco es el verano siguiente, no, 22 veranos después de haberla perdido tardó el príncipe guerrero en ponerse a buscar y como el que busca encuentra y como el que encuentra se aburre, ya les voy adelantando que un solo verano se la quiso quedar.
Se puede inferir que la encontró y la reconoció sobre todo porque estaba igualita y ella también lo reconoció y mitad por amor y mitad porque eran el uno para el otro casi estaban a punto de terminar el cuento en la mejor parte con el vivieron felices para siempre.
Pero como ya les adelanté, no, porque el príncipe era ya tan guerrero y estaba tan acostumbrado a andar en tanque, a defender y a atacar para que no lo ataquen que casi le pasa por encima mientras le contaba que no había podido encontrar nunca una princesa mejor para él.
Por suerte ella logró esquivarlo y mientras el estacionaba pensó que por fin y fue a mostrarle el castillito que a él le encantó.
Pero el verano que no dura cien años tan apenas terminado que todavía hacía calor encontró al príncipe pensando que su castillo de murallas altísimas era bastante mejor y que sin paredes la princesa recién encontrada podría perderse otra vez y dudó.
Volvió con su tanque a su princesa encerrada y listo para otra batalla porque si había algo que resistía su castillo eran las batallas y no se sabe bien si por su espíritu guerrero o deportivo o más bien por costumbre se quedó porque total, ganar una batalla lo volvía ganador y el siempre estaba ganando batallas y perdiendo el tiempo que es una forma de perder que el príncipe todavía seguía sin entender.
Y así estamos, parece que la princesa que no se sabía princesa lloró un poco más, hizo crecer el mar pero como justo había luna llena y la marea iba a subir igual vino bien y aprovechó la claridad para aprender a mirar. La suerte del príncipe fue la de siempre, andar por ahí comprobando lo que ya sabe.

sábado, 4 de septiembre de 2010

las mujeres no son de venus y los hombres no son de marte

habitamos todos la misma tierra, venimos y vamos a la misma tierra. pero en medio de lo uno y de lo otro la habitamos con distinta sensibilidad.las mujeres tenemos en nuestra naturaleza el ser penetradas con lo que ello implica. con el acto de confianza necesario para recibir en el cuerpo al otro cuerpo que se quita algo y nos lo deja. recomiendo a todos los hombres que tomen conciencia de sí mismos dejándose penetrar al menos una vez por otro hombre y sientan lo que significa entregarse al que posee. puede que no les resulte sencillo encontrarse cómodos o decidir con quien, o que les parezca ridícula la idea, quizás comiencen a tener en cuenta cosas que nunca tuvieron en cuenta al tener sexo. no tiene que ver con la preferencia, ni con probar si son o no son putos, tiene que ver con la verdad, con la comprensión del alcance del acto que realizan sin imaginar siquiera lo que implica para quien los recibe dentro del propio cuerpo. La limitación en la sensibilidad lleva irremediablemente a la crueldad y a la estupidez sucesiva, simultánea o intermitentemente. es necesario un acto de entrega y confianza absoluto, que sea un secreto si les parece, da igual, notaremos la diferencia. podemos seguir perpetuando la especie, y enamorarnos de ustedes con razones o por capricho... pero para compartir el amor, para crecerlo de verdad... los necesitamos plenamente despiertos

miércoles, 1 de septiembre de 2010

entenderse con la mirada solo sucede a veces

el colectivo y yo llegamos a la misma esquina con una correspondencia y una perpendicularidad bastante poco favorable para mí. mi humanidad me resaga notablemente y una infinidad de pensamientos sucesivos logran confluir en un solo gesto cosas tales como qué necesidad tengo de mirar un mail cuando tengo que salir, porqué no cierro la canilla unos milímetros antes de agua, porqué camino paveando como si fuese temprano si no es, porqué tomar dos mates más si sobrevivo, qué necesidad de que las chicas me digan profe creíamos que no venía, etc... porque ese gesto que vaya a saber cuál fue hasta con los etcéteras se cruzó y causó tanta gracia al colectivero que frenó ahí nomas apenas pasada la esquina, bastante más muerto de risa que yo que ni la mano había atinado a levantar

el Amor es lindo y hace bien

el sufrimiento es feo y hace mal.
Son claramente dos cosas distintas
¿cuánto tiempo llevo repitiendo esto?
Me querés informar si solo apareciste
para convertirme en mentirosa...
o por algo más?

corazón partido

me cuenta que a los 5 años fue a un campamento del sindicato con su hermana. Me cuenta también que la última noche los profesores organizaban un baile para el que durante la tarde habían cortado corazones, muchos corazones y todos distintos y los habían partido por la mitad. Al llegar les entregaban medio corazón a las nenas y medio corazón a los nenes y durante el baile debían encontrar a quien completaba su corazón.

- Eso siento con vos... Pero con vos no haría trampa y esa vez hice.... encontré a la chica que tenía la otra mitad, era muy grande y no me gustó entonces corté un pedacito y seguí buscando y obviamente nunca encontré mi mitad.
- Hiciste lo mismo conmigo, lo sabes desde que teníamos 14 y 16, y rompiste otro pedacito para seguir buscando.

Si no estuvo de acuerdo no lo dijo y me abrazo.
Pero no tuve razón, no rompió su corazón para no encajar con el mío, el suyo, el de verdad, está intacto. Ya no tiene ni 5, ni 16, ni 19, ni 25 años, es todo un hombre que aprendió a salir ileso destrozando solo el de los demás....
su corazón sigue impecable y listo
para el incucai.