Lo peor no es que nos pegaron lo místico al consumo y ahora dispuestos a regalar tod@s a la vez debiéramos sentirnos tal vez mejor o ni eso.
Lo terrible, lo dramático es que nos ataron desde la infancia la ilusión a la mentira y el creer al ocultamiento y desde entonces pasamos la vida en un tira y afloje que trata de desatar ese nudo.
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