miércoles, 30 de agosto de 2017

Conmemorábamos al Libertador... y yo que su filiación originaria... Que Rosa Guarú... Que la cosmovisión que lo devuelve a Nuestra América Grande... Que posicionarse junto a los dueños de la tierra tiene un precio alto porque alto es el precio de la tierra y que así se paga como pagó Santiago. Una mujer me espera y llora. Una mujer me abraza y agradece escuchar su nombre. Agradece que sea nombrado en el desespero de la búsqueda de los suyos. Porque Santiago es suyo desde una honda amistad que le atraviesa el sueño y el hambre. Y ahí yo... Tan imbécil haciéndome dueña de un dolor colectivo como si pudiera dimensionar que el mundo se detuvo en serio para un puñado. Igual de imbécil que cada vez que le exijo al estado dónde está y repito hasta el hartazgo que lo devuelvan. Igual de imbécil y firme... porque no importa cómo yo me sienta

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